Respuesta al texto en el sitio web de FSALE:
Sobre Argelia.
Por Christian Morisot
¿De qué trata este texto? (https://www.legionetrangere.fr FSALE)
Este texto analiza la colonización francesa de Argelia, en respuesta a las declaraciones de Emmanuel Macron que la describen como un «crimen contra la humanidad».
El autor refuta esta afirmación y busca reivindicar las acciones de Francia.
Nos recuerda que en 1830, Argelia no era un estado independiente, sino una provincia otomana, dominada por tribus, y que la expedición francesa tenía como objetivo acabar con la piratería y la esclavitud.
A continuación, el autor describe las difíciles condiciones de la colonización: enfermedades, pobreza, un clima hostil y ataques locales. Los colonos, a menudo presos políticos o indigentes, transformaron tierras áridas en regiones fértiles gracias a su trabajo. Gradualmente, europeos de otros lugares se asentaron allí, dando origen a una nueva sociedad: la de los pieds-noirs (colonos franceses).
Finalmente, el autor expresa una dolorosa nostalgia: cree que Francia traicionó a estos colonos al borrar su memoria tras la guerra de independencia. Considera la Argelia francesa como una misión civilizadora injustamente condenada por la historia.
Respuesta de LEGION'ARTS
Por Louis Pérez y Cid
Argelia fue la cuna de la Legión Extranjera Francesa, de ahí nuestro interés en este texto.
Sin embargo, mi amigo Christian Morisot presenta una visión parcial de la Argelia francesa: glorifica a los colonos, pero guarda silencio sobre la realidad vivida por la población colonizada.
El sufrimiento y el trabajo de los colonos fueron reales, pero el texto omite la violencia de la conquista, la injusticia del sistema colonial y el sufrimiento de las poblaciones indígenas.
Por lo tanto, debe leerse como un testimonio emotivo más que como un análisis histórico.
Expresa el dolor y la sensación de abandono que sintieron los antiguos colonos, a la vez que revela el conflicto de memoria persistente entre Francia y Argelia respecto al pasado colonial.
Se necesita un enfoque histórico más equilibrado: presentar la colonización sin prejuicios, teniendo en cuenta las experiencias vividas de cada grupo —colonos, musulmanes, judíos— para comprender en lugar de juzgar.
Comprendiendo la Administración Colonial de Argelia (1830-1962)
La historia de la Argelia colonial está marcada por una profunda transformación política, social y económica.
Desde 1830 hasta mediados del siglo XX, el territorio se convirtió en un espacio administrado por Francia, donde las leyes e instituciones estructuraban la sociedad según el origen y la religión.
A continuación, se presenta una visión general de las principales etapas de este sistema colonial.
Administración Militar (1830-1870)
De 1830 a 1870, Argelia estuvo bajo administración militar.
Los gobernadores, designados por París, dirigieron la conquista, mantuvieron el orden y organizaron el control de la población local.
Este período estuvo marcado por violentos enfrentamientos y profundos cambios sociales. La colonización se limitó a las principales ciudades y zonas estratégicas: Argelia se consideraba principalmente un territorio que debía ser «pacificado» y explotado.
Colonización privada y espontánea
Muchos colonos —aventureros, exsoldados, artesanos o personas sin recursos— se asentaron por iniciativa propia. Compraron tierras o se apropiaron de las confiscadas tras las represiones militares.
Esta colonización, a menudo oportunista, se basó más en motivaciones económicas o sociales que en una política estatal planificada. La administración civil era débil y la redistribución de tierras, arbitraria: Argelia en aquel entonces se asemejaba a un lejano oeste colonial.
• 1834: El Senatus Consultum organizó la administración militar.
• 1848: Se crearon los departamentos de Argel, Orán y Constantina. Argelia se integró en Francia, pero la población musulmana siguió sujeta a su legislación local.
Napoleón III, “Defensor de los Musulmanes” (1852-1870)
Durante el Segundo Imperio, Napoleón III buscó establecer la coexistencia entre colonos y población indígena. Presentándose como el “defensor de los musulmanes”, abogó por el respeto a las tradiciones locales, manteniendo al mismo tiempo la dominación francesa.
El Senatus Consultum de 1865 ofreció la ciudadanía francesa a los musulmanes que renunciaran a su estatus personal (en particular, a la ley islámica o sharia). Muy pocos la aceptaron.
Este período también fortaleció los derechos territoriales de los colonos y reguló la propiedad de las tierras denominadas “vacantes o abandonadas”.
Colonización estatal (después de 1870)
Tras la derrota de 1870 y la caída del Segundo Imperio, la Tercera República reorganizó la política colonial: el Estado se convirtió en el principal actor de la colonización.
• Ley Crémieux (1870): Esta ley otorgó la ciudadanía francesa a los judíos de Argelia, creando una distinción permanente entre los ciudadanos judíos y los musulmanes, considerados “súbditos franceses”.
• El Estado regulaba el desarrollo urbanístico, fundaba nuevas ciudades y desarrollaba infraestructuras (puertos, ferrocarriles, riego).
• Expropiación la confiscación de tierras indígenas se volvió sistemática y se otorgaron concesiones a los colonos.
Gestión económica y territorial
La colonización transformó profundamente la sociedad rural.
Las tierras colectivas fueron confiscadas y redistribuidas entre los colonos europeos, lo que provocó el despojo y el empobrecimiento masivo de los campesinos indígenas.
El Estatuto Indígena (1881-1946)
Establecido en 1881, el Estatuto Indígena creó un régimen excepcional para los musulmanes, restringiendo sus libertades y exacerbando las desigualdades hasta su abolición en 1946.
Una sociedad jerárquica
La colonización estatal acentuó las desigualdades:
las poblaciones locales perdieron sus tierras y derechos, mientras que los colonos se beneficiaron del apoyo de la administración. Esta estructura desigual se convirtió en el fundamento perdurable de la sociedad colonial argelina. No sería cuestionada realmente hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Reacciones políticas ante la injusticia colonial
Desde el siglo XIX, varios diputados y senadores franceses denunciaron los abusos e injusticias del sistema colonial en Argelia.
Si bien la colonización se presentó durante mucho tiempo como una misión civilizadora, voces disidentes recordaron la realidad de la violencia y las desigualdades que la acompañaron.
Ya en la década de 1840, Victor Schoelcher y Alexis de Tocqueville criticaron los métodos brutales empleados por el ejército francés y exigieron un trato más humano para la población local.
Durante la Tercera República, figuras como Jean Jaurès y otros se manifestaron en contra del Código Indígena y la discriminación entre ciudadanos europeos y musulmanes.
El proyecto de ley Blum-Viollette de 1936 proponía otorgar la ciudadanía francesa a una minoría de argelinos sin exigirles que renunciaran a su religión. Aunque fue rechazado, refleja un anhelo de cambio político. Todos estos debates parlamentarios reflejan las contradicciones de la Francia colonial: entre los ideales republicanos y la dominación política, entre el anhelo de integración y la realidad de la exclusión.
Tras la Segunda Guerra Mundial
Algunos parlamentarios reconocieron la necesidad de reformar el sistema colonial a raíz de las masacres de Sétif y Guelma en 1945. Esta represión fue una respuesta a las masacres de colonos perpetradas por el FLN. Sin embargo, este tipo de respuesta ya no era apropiada en este nuevo orden mundial emergente; la era colonial había terminado, y Estados Unidos, en secreto, se aseguraba de ello para sus propios intereses.
La historia de la Argelia colonial no puede reducirse a la gloria de unos pocos ni al sufrimiento de otros. Sigue siendo un legado complejo, compuesto de conquistas, resistencia, encuentros y heridas aún abiertas. Reconocer las injusticias del pasado sin borrar las experiencias individuales nos permite abordar este capítulo con claridad. Entre la memoria de los colonos, la de los luchadores por la independencia y la de los descendientes de quienes habitaron ambos lados del Mediterráneo, existe un terreno común: el de la memoria compartida y el respeto mutuo, que debe ser primordial.
Solo en estas condiciones podrá construirse un verdadero diálogo entre Francia y Argelia para el futuro, basado no en la nostalgia ni en la culpa, sino en la comprensión y la transmisión del conocimiento.
Conclusión clave
: «Como suele ocurrir en la historia, cuando una civilización se encuentra con otra, es la más avanzada militar y tecnológicamente la que impone su voluntad. Pero la dominación material jamás borra la memoria, ni el derecho de los pueblos a existir».